Coronación de
Nuestra Señora de la Misericordia
El Papa Pío VII, deseoso de cumplir su promesa de agradecer a la Santa Madre, a quien se había encomendado, su liberación luego de tres años de duro cautiverio en Savona y dos en Fontanieblau, en poder de Napoleón. Coronó solemnemente a la Virgen el 10 de mayo de 1815, en una emotiva y multitudinaria ceremonia.
Al año siguiente, el Sumo Pontífice Pío VII, en plena y pacífica posesión de los Estados de la Iglesia, mandó acuñar una medalla conmemorativa del hecho. En el anverso se representó la imagen de Nuestra Señora de la Misericordia, a cuyos pies estaba arrodillado el Papa, en ademán de ofrecerle la corona, y con la inscripción latina que, traducida, dice: “Coronación solemne de la imagen de la Madre de Dios, en Savona”. En el reverso, la efigie de Pío VII, con su nombre y fecha.
El regocijo del pueblo savonés en aquel 10 de mayo, es imposible describirlo. No menos difícil sería querer referir el derroche de flores, adornos, luces, riqueza en ornamentos y en decoración, no sólo en el Santuario sino en toda la “ciudad de María”, como se gloría en llamarse la afortunada Savona.
En un nuevo aniversario de la Coronación de Nuestra Señora de la Misericordia, repitamos junto a la Santa Madre Rossello, fiel hija de María y a quien a su instituto le confió su protección digamos: " Oh María, no nos abandones; enséñanos a conocer a Jesús, a servirlo y a amarlo de todo corazón... Oh Madre de Misericordia, míranos con tus piadosos ojos, y nuestra salvación será segura: y no los apartes jamás de nosotros, hasta que nos veas contigo en el Paraíso".
Santísima Virgen de la Misericordia,
Admítenos en tu presencia amorosa,
Acógenos bajo tu manto maternal;
No nos deseches,
Pues venimos con corazón arrepentido,
Anhelando conversión y perdón,
Bondadosísima Señora,
Perdón y compasión,
El pecado ha ofuscado
Muchas veces en tus hijos
La luz de la razón
Y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús,
Pero Tú eres madre y serás también intercesora,
Danos gracia, misericordiosísima Señora,
Para ofrecerte siempre, en adelante,
Mucho amor y mucha gracia.
Así sea.